domingo, 2 de noviembre de 2008

De arroz (I)

El porrón de mistela cortesía de la casa; de la Casa de Valencia. / Martínez
Y digo (I) porque tengo intención de que el arroz protagonice numerosas entradas de este blog cargado de futuro, en atención a los numerosos grandes ratos que nos ha hecho pasar sentados a una mesa. El último de ellos ha sido hoy mismo, en la Casa de Valencia de Madrid (Paseo del Pintor Rosales, 58).

La Casa de Valencia conforma junto con Saint James y L'Albufera la triada clásica de sitios donde comer buen arroz en Madrid. Grandes sitios, todos ellos referenciados en la Zagat no escrita del pijismo capitalino. Hay que decir en todo caso que, quizá por su condición de 'centro regional', la Casa de Valencia es el más asequible de los tres.

Y para bien. Puedo decir que mi experiencia de hoy en Rosales supera con creces al menos las tres últimas visitas a St. James. Los cinco que estábamos a la mesa (mamá Pilar, el patriarca Gutiérrez, mi hermana, mi señor cuñado Guillermo y un servidor; descuento a la pequeña Lea porque a sus seis meses todavía no está en condiciones, por más que quiera, de comer lo que sus mayores) dimos cuenta para empezar de un gambón rojo como no recuerdo haber comido hace mucho tiempo: pleno de sabor y perfecto de cocción (la última vez en St. James nos los sirvieron crudos, aunque hay que decir que eran tan buenos que casi no nos importó). Andaban también por ahí unas pequeñas sepias tiernas y sabrosas como ellas solas y unos mejillones 'king size' al vapor.

Y ensalada de por medio llegó lo que tenía que llegar. Al sentarnos a la mesa había tenido lugar la bendita controversia acerca del arroz que pediríamos. Mi tío amenazó con sedición cuando oyó a mi hermana pronunciar la palabra 'caldoso'; mi madre, poco partidaria de mestizajes, aun tan ortodoxos como el de la paella valenciana, solicitó sin demasiada convicción que la cosa fuera de pescado. Al final optamos por el clasicismo de la paella valenciana, enriquecida en este caso con el complemento estacional de los níscalos. Y creo que no nos equivocamos. Qué ricas setas, qué tierno garrofó, y sobre todo que gran arroz. Un muy buen caldo detrás y un punto perfecto: durito, como anoche convenimos que nos gustaba Jorge Torregrossa y yo mientras cenábamos en un sitio bien recomendable, Laventura (del que hablaremos un día de estos), después de volver a ver esa asombrosa obra que es Yo soy mi propia mujer, y sobre todo a ese portentoso actor que es Julio Chávez.

Una estupenda comida de domingo. El colofón vino acompañando a los discretos postres: plato al centro con ciruelas, orejones, calabaza escarchada... y porrón de mistela que ilustra este post. Guiño tabernario que diferencia a un sitio como la Casa de Valencia de algunos de los envarados comedores con que comparte el prestigio del hacer buen arroz en Madrid. Ayer Jorge me hablaba de Casa Benigna, que no conozco, pero que por ejemplo forma parte de este 'top ten' del Arroz a banda elaborado por Metrópoli.

Por supuesto, continuará.

1 comentario:

Massi dijo...

Hmmm, un buen arroz...qué ganas!!

PD: gran foto!