jueves, 26 de marzo de 2009

Cerdos en Segovia

-Escrito a 4 manos por Charly y Massi-
Hubo un tiempo, en el Belpaese, en el que la televisión no era una mostrador de carne. Por aquel entonces, Rete4 y Raitre competían para hacerse con la audiencia nostálgica y la arma era el cine nacional (bueno, bonito y barato). Los grandi (Sordi, Totò, De Sica...) y los más pequeños (Banfi, Villaggio...) combatían su particular guerra en las cadenas 'menores' de los dos grupos mediatico: el público y el privado. Y yo, niño/adolescente nostálgico, no me perdía ni una peli.

Sólo así se explica la imagen que se forma en mi cabeza cuando pienso en las legumbres y en el cerdo: calor, sudor y pan. Es decir, la 'escena fija' de las películas de Bud Spencer y Terence Hill.

Aquí os dejo una pequeña muestra de lo que pasa en mi cabeza en estos mágicos momentos.


Así que podéis imaginar lo que pasó cuando Maka me propuso pasar un día en Segovia y de paso comer en La Granja...Vi a Terence Hill subirse a la torre del Alcázar y mirar desde arriba a Bud Spencer durmiendo en los jardines de La Granja. Los dos se miran mientras una señora gordita revuelve legumbres en una cazuela enorme y un señor asa un cochinillo...

Con esta idea entré en el Reina XIV.
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Aunque el restaurante Reina XIV ofrece a los comensales una variada gama de oferta culinaria, sin lugar a dudas los platos estrella (como no podía ser de otra manera) son los judiones y el cochinillo.

Acerca del plato de la planta leguminosa podemos decir que falta un poco de sentido añejo en la presentación de los platos, es decir, tu pides judiones para 4, 5, 6 o 7 personas pensando que te van a traer un ‘perolo’ que ni tu abuela la del pueblo, sin embargo, te sirven para compartir unas cazuelitas de barro en las que entran menos judiones que un plato hondo clásico que cualquiera tiene en su casa…

No obstante, no es que sea un problema mayúsculo porque se supone que después de los judiones tiene que entrar un cochinillo (o mejor dicho parte de él) en el estómago, aunque no estaría de más que te avisaran de que las cazuelitas son ‘pequeñitas’ (para uno está bien pero para compartir entre 2 o 3 habría que ‘repartir’ casi literalmente las legumbres).

Por lo que respecta al cochinillo… qué decir de este manjar de tierras castellanas (junto al lechazo, claro está). Hay que encargarlo con un par de días de antelación (cosa normal) y decir a qué hora vais a ir a comer. Atención: es importante no pasarse mucho de la hora indicada porque sino la carne y la piel del animal ya cocinada se quedaría un poco seca, aunque para eso está la salsita rica que acompaña al cochino.

En este sentido, nada que decir en cuanto al sabor y a la textura del plato y tampoco del servicio de camareros. Sobre el precio decir que no está nada mal en cuanto a la relación calidad-precio y aclarar que cuando nos trajeron la cuenta pensé que sería mucho más de lo que en realidad nos cobraron. En definitiva, visitar la Granja y Segovia en un mismo día acompañado de un manjar a la hora de comer se antoja como un estupendo plan de fin de semana válido para todos los públicos. Además, para completar el día, se puede visitar la fábrica de whisky DYC que se encuentra en la carretera entre la Granja y Segovia con lo que no hay que desviarse prácticamente nada del camino.

PD(de Massi): La chica que no sirvió era realmente guapa!

Un film: Le llamaban Trinidad (Italia, 1971)

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