miércoles, 7 de octubre de 2009

Lucio


Nos cuenta uno de los atentísimos camareros que el secreto de sus archiconocidos huevos estrellados es que todavía se cuajan al calor de una cocina de carbón. Pero yo creo que el asunto viene a ser que, noche tras noche, Lucio se sigue poniendo la chaqueta blanca para recorrer las mesas de su insospechado emporio gastronómico, taberna ilustrada deluxe que teniendo 35 años parece contar al menos el doble. Quién le hubiera dicho a Lucio cuando trabajaba en el vecino Schotis.

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