domingo, 21 de diciembre de 2008

Fat Christmas


Tremendo susto hoy al pesarme y comprobar que continúa la escalada. No es que me preocupe demasiado por el tema, pero ni mi complexión ni mi estatura justifican los 75 kilazos que marcaba la balanza del gimnasio. Quiero pensar que la culpa es de la trepidante sucesión de comidas, cenas y noches de fiesta de la semana pasada. ¿Cómo hemos llegado a esto? Comprar lotería y participar del frenesí gastronómico-festivo son cosas que al parecer escapan a nuestra voluntad en la prenavidad. En fin, basta de lamentos, que no se los cree nadie. Mencionaré brevemente las citas más destacadas.

La semana comenzó el lunes en todos los sentidos. Era la fecha señalada para la cena de Factoría (esto y aquello). Carlos Tartiere (foto superior), el lugar elegido gracias a las gestiones de Cris. Corrieron en abundancia el vino bueno y la sidra (ya no Cortina, como la primera vez que estuvimos), y en cuanto a los platos apenas hubo alguno que lográramos 'limpiar' de verdad. Con buen criterio, Cristina optó por el menú 'tapeo', perfecto para cuando la etiqueta brilla por su ausencia. Me quedo con la empanada de chipirones y la tortilla paisana. Salimos a unos 30 euros por barba, lo cual en estas fechas y con algo parecido a una barra libre de por medio está más que bien. Me podría extender contando lo que pasó después, pero comprenderéis que se bebió más que se comió. Elena tomó la iniciativa de llevarnos a un buen sitio en la calle San Bartolomé, La Fábrica de Pan, al que al menos yo volveré. Estando por esas regiones, inevitablemente terminamos en el Tony2, que definitivamente está demasiado de moda.

El miércoles nos andamos los abajofirmantes de este blog por un gallego que me hace bastante gracia, O Barquiño, en las estribaciones de Lavapies. La verdad es que me gusta casi todo lo que allí he probado. La empanada de zamburiñas es una exquisitez. Los mejillones a la marineira están pero que muy bien. Y el pulpo, muy tierno (no como el del Tartiere, todo hay que decirlo...), y con true cachelos. Como andaba con gente de orden, la noche acabó ahí.

Pero quedaba la thursday night con el 'Rat Pack', y fue una verdadera noche 'Rat Pack', como siempre con lo mejor y lo peor. Lo peor fue ese fracaso entrada la madrugada de Calero y yo cantando con gafas oscuras en el karaoke de Félix Boix 'Silencio' de Bisbal. No supimos administrar el éxito cosechado hasta entonces con interpretaciones de temazos como 'Mi gran noche'.

Pero a lo que vamos, que además fue lo mejor. ¿Por qué estábamos en el dichoso karaoke? Porque está casi enfrente de De María:


Sitio que todo hijo de vecino asociará con futbolistas y con la Obregón, pero que es mucho más. No salimos de la parrilla más que para los postres, ni falta que hizo. No me perderé en detalles. Grande carne, punto y corte inmejorables. Y las famosas patatas hinchadas que Miguel dijo saber hacer... Ejem. El chaval al menos demostró conocimiento al elegir el vino, ese El Vínculo con que Alejandro Fernández ha dado el salto del Duero a La Mancha.
La cuenta, hinchada como las patatas, quedó rebajadita gracias a la amistad de Calero con el maître, compañero de patadas en una liguilla que tienen montada en torno a Marca. El poder del deporte rey, chavales... aun amateur.

El viernes hubo dieta (casi) blanda y emociones fuertes, aunque todavía quedaron ganas para guarrear algo durante el fin de semana y terminar de redondear la cifra de mi sobrepeso, que afronta sin embargo con optimismo la semana de Nochebuena.

Por cierto, voy a proponer a mis cuates de blog una narración paneuropea de nuestras respectivas cenas de Navidad. Massi está en Vasto, Raquel en Oporto y yo en Madrid. Creo que resultará lo suficientemente internacional, ¿no? Ya que Andrea pasa de participar, y Aurora no se reporta con su post sudafricano...

Salud, triperos, y buenas fiestas.

1 comentario:

Massi dijo...

Grrrr! no puedes comer tan bien y luego quejarte de tus 75 kilitos...